Esto es debido a que desde noviembre, Jack ha adquirido el hábito de comunicarse con ellos a través de uno de sus métodos favoritos: el correo electrónico. Sus conocidos aseguran haber estado recibiendo e-mails de Jack con asuntos que nadie más podría conocer, procedentes de una cuenta cuya contraseña no conocía nadie y que dudan que esté siendo manipulada por un hacker.
El primero de ellos le llegó a Tim Hart, el mejor amigo de Jack desde hacía 17 años. -"Una noche de noviembre, estaba mirando mis correos desde el móvil y de repente apareció, obviamente me quedé extrañado, era una nota muy corta y rápida, pero hablaba de una cosa que había quedado exclusivamente entre Jack y yo". En el asunto, se leía "Te estoy mirando" y en el cuerpo del mensaje, sólo tres frases: "¿Me has oído? Estoy en tu casa. ¡Limpia tu puto ático!".
Por si el nombre del remitente no hubiera bastado para estremecer a Hart, el contenido del mensaje no podía ser más acertado. Pues poco antes de que Jack muriera, los dos habían estado charlando en su ático. "Estábamos solos, él y yo". Y su amigo bromeó con él sobre lo sucia que tenía esa parte de su casa.
Más sospechoso fue lo del primo de Jack, Jimmy McGraw. Poco después de la muerte de su familiar, a mediados de noviembre, se rompió un tobillo. A la semana siguiente, el día 21, recibió un correo de la cuenta del difunto en el que ponía, además de otras cosas de las que solían hablar, un mensaje sobrecogedor: "Hola, ¿qué tal estás? Sabía que te ibas a romper el tobillo, intenté avisarte. Tienes que tener más cuidado".
Tras ocurrirle esto, McGraw ve en el correo una señal del más allá: -"Me gusta pensar que Jack me lo ha mandado, es como si se hubiera ido pero todavía quisiera contactar conmigo, decirme que tengo que seguir adelante, que me sienta mejor".
Las explicaciones "lógicas" a estos hechos no son fáciles de precisar. Porque, si bien es cierto que hay empresas que envían correos electrónicos a las familias de un fallecido tras su muerte desde su propia cuenta de correo, pero sería prácticamente imposible que un joven como Jack preparara los textos antes de una muerte tan repentina, y mucha más casualidad sería que supiese que su primo iba a romperse el tobillo.
En todo caso, la familia y los amigos del fallecido no quieren investigar el origen de estos mensajes. Los han aceptado más como un regalo que les alivia su trágica pérdida que como un misterio. Como opina Hart: -"Si es la broma de alguien, me da igual, porque lo interpreto como yo quiero". Es más, ha respondido al correo como si hablara con Jack. No ha obtenido respuesta.
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